La dueña del circo presenta el show para que la mayoría vote una entrada. Bombos, cantos y balas son el primer acto tocados, cantados y disparados por chalecos mentirosos hoy desnudos que harán detener la presentación cuando alguien caiga, alguno que nunca usó un martillo y es otro soldadito del gran payaso. Que aparenta jugar al lado de los soldaditos, cuando su casa y familia están lejos muy lejos del circo y las actuaciones.
Entre otros números están las mujeres de cabezas de tela con nobles cantos, que también tienen preparado un número muy especial, apareciendo en millones de pantallas invocando sus letras ya memorizadas por el público, pero cada vez más disfrazadas que hacen olvidar el buen show acompañados por sus descendientes.
Este circo es viejo y ya reprimido (palabra prohibida I), hoy ya no se ve a los animales haciendo grandes trucos, porque molestan al organizador, que sigue con recuerdos viejos, que no hacen más que detener la función. La censura (palabra prohibida II) le quitó el espacio, por ejemplo a los gorilas (palabra prohibida III) y sus monitos, apenas ser nostálgico con su acto, es motivo de impacto emocional nacional.

Estos son los números principales de una función que parece no terminar, siguen pasando los años, y lo único que avanza es el tiempo. La organizadora del circo consigue cada vez más mentes-entes que se suman al show. Mujeres, hombres y niños al espectáculo es para todos. Todavía entre acto y acto se escucha la letra de un viejo y certero tango, que cada vez tiene más razón.
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